Facebook y adolescentes: ¿Eres un padre que está al día?
Los avances en la comunicación llegan a nuestros hijos, haciendo necesario padres informados y despiertos. Estando al día podremos ayudar a nuestros hijos.
El facebook es una herramienta de la nueva comunicación que avanza con pasos gigantescos hacia nuestros hogares. Se mete o ya se metió entre nosotros endulzándonos con la posibilidad de ver o “espiar” a amigos, compañeros y a amigos de nuestros amigos. Y también nos ofrece la posibilidad de que otros nos vean y lleguen a nosotros.
El facebook, al igual que otras páginas de Internet abren un escenario para que quien quiera encuentre la forma de contactarse con toda la gente del mundo. Así, permite ser utilizado para reencontrarse con personas que no vemos hace tiempo, o para hacer nuevas relaciones sin la necesidad de grandes esfuerzos. Promete, en este sentido, algo que puede cumplir y que es sumamente tentador.
Además, hace que no sea necesario ser famoso para poder decir y/o mostrarse a los demás de la forma que se elija. A través de fotos, escritos, mensajes, agrupaciones y otras yerbas; permite ofrecernos a la mirada de quién elija vernos, y hace que todo lo que hagamos en su ámbito quede “registrado” y a disposición de quién lo solicite. Esto también es una linda tentación para adultos y adolescentes.
Como padres de hijos en crecimiento debemos estar enterados (¡por lo menos!), de los alcances que una propuesta así puede llegar a tener.
El facebook abre así una cantidad de puertas impensadas que llevan a conectar todo con todos y donde es difícil situar algún tipo de límite, o simplemente decir: “listo, yo no juego más.” Principalmente porque nuestros conocidos y amigos pueden publicar también fotos nuestras haciéndose difícil dominar hasta dónde queremos llegar con la exposición.
Pero es cierto también que la página se encarga de aclarar por escrito todos las condiciones que su uso implica y todo aquello que uno cede al prestarse a entrar.
Si algo se necesita en la época actual es comprender que las cosas ya no son lo que eran.
Debemos darnos cuenta que de la mano de páginas como ésta, los espacios de lo público y lo privado están perdiendo la frontera que solía mantenerlos distanciados, y en esa mezcla de exposición y resguardo se abre un espacio para el tironeo.
Hay gente que se alarma y desespera al descubrir los alcances que la exposición inicial puede tener y deciden prohibirse y prohibir a sus hijos el participar en algo así. Y es que delante de esta promesa de comunicación sin límites y de expresión sin fronteras, se encuentra un precio que debemos evaluar si estamos dispuestos a pagar nosotros o nuestros hijos.
Pretender detener lo que ya se ha puesto en marcha, implicaría una lucha para la cuál ningún padre del mundo se encuentra preparado. Y como toda lucha, tendría la capacidad de agrandar aún más al supuesto enemigo.
Entonces, ¿qué se puede hacer?
Lo que los invito a poner en marcha es a leer todas las aclaraciones que la página trae consigo. Y si pueden, háganlo junto a sus hijos adolescentes. Abran un lugar para compartir y pensar sobre la otra cara de tanta exposición. Sin alarmarse, ni desesperarse, pero pudiendo armar juntos un criterio que permita hacer uso de la página tomando juntos los recaudos. Siendo críticos con el facebook y con nosotros mismos en nuestro afán de conquista. Y dándole el justo lugar que debe tener: el de ser una herramienta que, bien utilizada y con responsabilidad, puede sernos útil y funcional. Así se mantiene a esta especie de fiera, domesticada.
Los avances en la comunicación llegan a nuestros hijos, haciendo necesario padres informados y despiertos. Estando al día podremos ayudar a nuestros hijos.
El facebook es una herramienta de la nueva comunicación que avanza con pasos gigantescos hacia nuestros hogares. Se mete o ya se metió entre nosotros endulzándonos con la posibilidad de ver o “espiar” a amigos, compañeros y a amigos de nuestros amigos. Y también nos ofrece la posibilidad de que otros nos vean y lleguen a nosotros.
El facebook, al igual que otras páginas de Internet abren un escenario para que quien quiera encuentre la forma de contactarse con toda la gente del mundo. Así, permite ser utilizado para reencontrarse con personas que no vemos hace tiempo, o para hacer nuevas relaciones sin la necesidad de grandes esfuerzos. Promete, en este sentido, algo que puede cumplir y que es sumamente tentador.
Además, hace que no sea necesario ser famoso para poder decir y/o mostrarse a los demás de la forma que se elija. A través de fotos, escritos, mensajes, agrupaciones y otras yerbas; permite ofrecernos a la mirada de quién elija vernos, y hace que todo lo que hagamos en su ámbito quede “registrado” y a disposición de quién lo solicite. Esto también es una linda tentación para adultos y adolescentes.
Como padres de hijos en crecimiento debemos estar enterados (¡por lo menos!), de los alcances que una propuesta así puede llegar a tener.
El facebook abre así una cantidad de puertas impensadas que llevan a conectar todo con todos y donde es difícil situar algún tipo de límite, o simplemente decir: “listo, yo no juego más.” Principalmente porque nuestros conocidos y amigos pueden publicar también fotos nuestras haciéndose difícil dominar hasta dónde queremos llegar con la exposición.
Pero es cierto también que la página se encarga de aclarar por escrito todos las condiciones que su uso implica y todo aquello que uno cede al prestarse a entrar.
Si algo se necesita en la época actual es comprender que las cosas ya no son lo que eran.
Debemos darnos cuenta que de la mano de páginas como ésta, los espacios de lo público y lo privado están perdiendo la frontera que solía mantenerlos distanciados, y en esa mezcla de exposición y resguardo se abre un espacio para el tironeo.
Hay gente que se alarma y desespera al descubrir los alcances que la exposición inicial puede tener y deciden prohibirse y prohibir a sus hijos el participar en algo así. Y es que delante de esta promesa de comunicación sin límites y de expresión sin fronteras, se encuentra un precio que debemos evaluar si estamos dispuestos a pagar nosotros o nuestros hijos.
Pretender detener lo que ya se ha puesto en marcha, implicaría una lucha para la cuál ningún padre del mundo se encuentra preparado. Y como toda lucha, tendría la capacidad de agrandar aún más al supuesto enemigo.
Entonces, ¿qué se puede hacer?
Lo que los invito a poner en marcha es a leer todas las aclaraciones que la página trae consigo. Y si pueden, háganlo junto a sus hijos adolescentes. Abran un lugar para compartir y pensar sobre la otra cara de tanta exposición. Sin alarmarse, ni desesperarse, pero pudiendo armar juntos un criterio que permita hacer uso de la página tomando juntos los recaudos. Siendo críticos con el facebook y con nosotros mismos en nuestro afán de conquista. Y dándole el justo lugar que debe tener: el de ser una herramienta que, bien utilizada y con responsabilidad, puede sernos útil y funcional. Así se mantiene a esta especie de fiera, domesticada.
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